Desde el lunes por la tarde Barrio Jardín tenía un movimiento atípico. Decenas de personas pasaron por la división Homicidios para dar apoyo al sargento que había quedado aprehendido por haber abatido a un supuesto asaltante. Familiares y colegas se aliviaron en ese lugar cuando se enteraron de que el fiscal Arnoldo Suasnábar había ordenado, ayer pasado el mediodía, que quedara en libertad después de haber declarado.
El lunes, cerca de las 17.30, dos jóvenes habrían intentado asaltar a otro que estaba esperando el ómnibus en la esquina de Francisco de Aguirre y Lucas Córdoba. Por el lugar pasaba un equipo del Grupo Cero. Uno de los supuestos asaltantes salió corriendo y el otro huyó en la motocicleta en la que se movilizaban.
Uno de los agentes fue tras los pasos del sospechoso. Según el informe de la fuerza de seguridad, se identificó como policía y cuando le pidió que se detuviera, el sospechoso del robo se dio vuelta y lo apuntó con un arma. El sargento abrió fuego y lo hirió mortalmente en el pecho. A la par del cuerpo, los policías secuestraron un revólver calibre 32 y la mochila que le habían sustraído a la víctima del robo. El fallecido fue identificado horas después como Jorge Fernando Herrera y se informó que tenía antecedentes por robo. El fiscal Suasnábar, además de ordenar la aprehensión del sargento, pidió que se les secuestren las armas a todos los uniformados del Grupo Cero y se les hicieran dermotest para confirmar quién había efectuado el disparo.
“Todas las personas que forman parte de este grupo, que es el de elite de la Policía, están preparadas para intervenir en situaciones de este tipo. El sargento cumplió con su deber y es uno de los hombres más experimentados que tenemos en esta sección”, explicó el comisario Claudio Dadín, jefe del Grupo Cero.
Pasado el medidía, el suboficial declaró ante el fiscal. Relató cómo se había desencadenado el hecho, testimonio que coincidieron con los informes periciales que fue recibiendo con el correr de las horas.
“Hubo dos elementos importantes que lo ayudaron. El primero, que estaba en servicio y sólo había cumplido con su obligación. También dejó en claro que actuó en legítima defensa suya y en las de sus compañeros que también habían quedado en la línea de fuego”, aseguró Roque Íñigo, abogado de la Policía que lo defendió en este caso. “Estamos esperando los resultados de otras pericias para que sea sobreseído definitivamente”, agregó.
Un hecho similar
El 31 de enero pasado, Herrera había sido detenido por un hecho similar, ocurrido a 13 cuadras de donde cayó abatido. Esa noche se desplazaba junto a otra persona en una motocicleta. Al llegar a Suipacha al 1.700, se bajó del rodado y, después de apuntar a la cabeza a una mujer, intentó quitarle la cartera. La víctima comenzó a gritar desesperadamente y su esposo salió en su auxilio. Logró reducir al arrebatador y la Policía lo detuvo minutos después.
La víctima de este hecho declaró en sede judicial que Herrera, cuando estaba siendo castigado por el esposo de la mujer, le gritó a su cómplice que le disparara. “El cómplice, que estaba en motocicleta, sacó un arma y disparó varias veces contra mi marido, pero los proyectiles nunca salieron. Es más, por esa razón, comenzó a golpear la pistola contra su pierna para destrabarla y, como no pudo hacerlo, huyó del lugar”, se pudo leer en el expediente.
El fiscal Diego López Ávila, en tiempo récord, resolvió el proceso. El 15 de febrero le pidió la prisión preventiva por 12 meses y el 23 del mismo mes solicitó que sea enjuiciado por el delito de robo agravado en grado de tentativa. El juez Alejandro Tomas aceptó el planteo, pero redujo a cuatro los meses en los que debía estar encerrado en un calabozo de Villa Urquiza. En julio confirmó el debate oral en contra del imputado y hasta ayer se esperaba que se designe qué Tribunal lo iba a enjuiciar. Herrera había recuperado la libertad los primeros días de septiembre.